martes, 15 de julio de 2008

Jaspers - LA DISTANCIA

LA DISTANCIA
(Jaspers en “Los maestros espirituales de Oriente y Occidente – Ed. Tecnos)

La distancia respecto del mundo y de sí mismo, esa liberación interior alcanzada al afrontar todo lo que me sale al encuentro en el mundo y lo que yo mismo hago, pienso o soy, es una fórmula que se ha hecho realidad de maneras muy diferentes:
En el Bhagavadgita rige la idea del guerrero, el cual, pese a sus feroces ataques, permanece en la indiferencia sin involucrarse en la batalla; esta actitud implica la idea de la ejecución conforme al deber en el juego, la idea de que aun la actividad más enérgica equivale a nada. En Epicuro encontramos la siguiente actitud de fondo: tengo afectos, pero ellos no me tienen a mí. En Pablo se actúa y vive en el mundo como si no se estuviera allí (hos me). Nietzsche concibe el concepto de la distancia respecto de sí mismo como la señal que distingue al alma noble.
En los budistas y en Nagarjuna, aunque la fórmula de la distancia es análoga, aparece una actitud de fondo muy diferente de las mencionadas. En efecto, el peso recae ahora en lo impersonal, de modo que al devenir indiferente el mundo se realiza, a la vez, la disolución del sí mismo. La distancia no proviene de un “yo mismo”, sino de la realidad trascendente, a la que ya no podemos dirigirnos como a un “yo mismo”.
En todas las configuraciones Occidentales de la distancia se da la actualización en el mundo de algo esencial, ya sea libertad vacía de un sí mismo puntual, ya sea el sí mismo que en su repliegue histórico, en la autoidentificación derivada de aceptarse como dado, se ilumina hasta lo infinito y se distancia reflexivamente.
Contemplados desde Asia, tales distanciamientos siempre serán imperfectos, pues todos ellos siguen revelando la ashesión al mundo por parte del hombre. Sin embargo, contemplado desde Occidente, el distanciamiento asiático parecerá como la desaparición del hombre en lo inaccesible, en lo incomunicable, que reside más allá del mundo.

martes, 8 de julio de 2008

Lao-tse - Jaspers - Tao Te Ching

Sigo con mi tema favorito: la analogía, la imagen, la metáfora, etc. la herramienta que tenemos para adquirir conocimiento. ¿Cómo conocemos algo nuevo? Lo comparamos y vemos en qué se parece a una flor, a un río, a un viento, a una piel, etc. En este caso os dejo unas palabras de Jaspers a cerca de Lao-tse y su obra el Tao Te Ching. Aquí se plantea algo... no sé qué decir. Algo que no puede ser conocido de esta manera, por comparación o relación con otra; lo que sólo se puede conocer por sí mismo. Creo que yo no tengo esa capacidad, pero resulta interesante, bello, pensar en ello (perdón por la rima). Os dejo las palabras de Jaspers que son más alumbradoras que cualquier cosa que pueda yo decir.

Esa obra de Lao-tse representa la primera gran comunicación indirecta, de la que el pensamiento auténticamente filosófico no puede nunca prescindir.
Sólo al ser comunicado puede el pensamiento pasar de un hombre a otro. El silencio total supondría, a la vez, la inaudibilidad del silencio mismo y equivaldría, de hecho, a nada. No podemos pasar sin el hablar y el escuchar. La intuición que se comunica ofrece su autoevidencia como en un acto de comprensión que se presenta en el pensamiento capaz de ser entendido, difundido, diferenciado y relacionado por el otro. La penetración filosófica, inefable, entra en contradicción consigo misma al ser plasmada en palabras. Y, sin embargo, el hombre sólo podrá volver a saber de ella en el lenguaje y, sobre todo, en el empleado por el propio pensador en diálogo consigo mismo.
...
Lao-tse se dirige, más bien, al origen que reside dentro de nosotros, el cual aparece ocultado por el entendimiento y por los fines. Es por ello por lo que el pensador no se propone imponerse a sí mismo mediante el poder de la voluntad, sino someter a prueba nuestros impulsos mismos. Dentro de nosotros duerme aquello que puede ser despertado del modo descrito; pero también puede haber en nosotros un vacío en el que no haya nada que despertar. Lao-tse, sin embargo, no dice nada acerca de esto último, pues confía en la presencia de lo que puede ser despertado, en la certeza fundamental del Tao. Y mientras se la alcanza aparecerá la contradicción, la resistencia, el velamiento, el agotamiento, el olvido. Por ello es necesaria la paciencia.

...la paradoja de la unidad de los opuestos. Esta forma de pensar representa en Lao-tse la forma de un lenguaje procedente de un fondo originario que exhorta a la meditación.
Pero el juego que Lao-tse lleva a cabo con las oposiciones puede inducir a error cuando, buscando un saber determinado, no oímos sino paradojas que se desvanecen sin cesar. El juego sólo conserva su poder de convicción cuando despierta el eco del propio fundamento. El entendimiento finito debe, por así decir, ponerse del revés cuando el fundamento abarcante es el no ser, desde el cual el ser es, el no conocer con el que aprehendemos la verdad, el no actuar por el que somos activos.
...El Tao... No se lo infiere a partir de otro ni se lo puede concebir en relación con otro. Como no se refiere a nada, su ser en el fundamento del no ser, puede ser expresado con palabras diciendo que sólo puede ser conocido en virtud de sí mismo; y su actuar en el no actuar es expresable afirmando que se determina a sí mismo.
...
Si se descorren los velos que lo ocultan, y se hacen remitir las inversiones a su origen, la voluntad adquiere conformidad con el Tao y el origen queda en libertad. Y en él no se esperará ver la nada, sino "ello mismo".

...la reflexión acerca del origen.