sábado, 12 de abril de 2008

NOVALIS - Fragmento de "El discípulo"

Los seres humanos recorren diferentes caminos. Aquel que emprenda la ruta y los compare, descubrirá formas que pertenecen a una gran escritura cifrada que se encuentra en todas partes: en las alas de las aves, en la cáscara del huevo, en las nubes, en la nieve, en los cristales y en la composición de las rocas, en las aguas que se convierten en hielo, sobre las montañas y alrededor de ellas, en las plantas, en los animales, en los seres humanos, en la luz del cielo, en las láminas de cristal y en las bolas de resina que todos hemos tocado y acariciado, en las limaduras del imán y en los extraños resquicios del azar. Podemos deducir que ahí se encuentra el origen de esa escritura maravillosa, de su gramática. Pero ese presentimiento no toma ninguna forma precisa, más bien rehuye convertirse en el origen. Parece como si un hechizo paralizase el entendimiento de los hombres. Sus deseos, sus pensamientos, no se condensan más de un instante. Sus intuiciones afloran, pero poco después todo vuelve a presentarse inexacto ante sus ojos.

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