martes, 8 de julio de 2008

Lao-tse - Jaspers - Tao Te Ching

Sigo con mi tema favorito: la analogía, la imagen, la metáfora, etc. la herramienta que tenemos para adquirir conocimiento. ¿Cómo conocemos algo nuevo? Lo comparamos y vemos en qué se parece a una flor, a un río, a un viento, a una piel, etc. En este caso os dejo unas palabras de Jaspers a cerca de Lao-tse y su obra el Tao Te Ching. Aquí se plantea algo... no sé qué decir. Algo que no puede ser conocido de esta manera, por comparación o relación con otra; lo que sólo se puede conocer por sí mismo. Creo que yo no tengo esa capacidad, pero resulta interesante, bello, pensar en ello (perdón por la rima). Os dejo las palabras de Jaspers que son más alumbradoras que cualquier cosa que pueda yo decir.

Esa obra de Lao-tse representa la primera gran comunicación indirecta, de la que el pensamiento auténticamente filosófico no puede nunca prescindir.
Sólo al ser comunicado puede el pensamiento pasar de un hombre a otro. El silencio total supondría, a la vez, la inaudibilidad del silencio mismo y equivaldría, de hecho, a nada. No podemos pasar sin el hablar y el escuchar. La intuición que se comunica ofrece su autoevidencia como en un acto de comprensión que se presenta en el pensamiento capaz de ser entendido, difundido, diferenciado y relacionado por el otro. La penetración filosófica, inefable, entra en contradicción consigo misma al ser plasmada en palabras. Y, sin embargo, el hombre sólo podrá volver a saber de ella en el lenguaje y, sobre todo, en el empleado por el propio pensador en diálogo consigo mismo.
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Lao-tse se dirige, más bien, al origen que reside dentro de nosotros, el cual aparece ocultado por el entendimiento y por los fines. Es por ello por lo que el pensador no se propone imponerse a sí mismo mediante el poder de la voluntad, sino someter a prueba nuestros impulsos mismos. Dentro de nosotros duerme aquello que puede ser despertado del modo descrito; pero también puede haber en nosotros un vacío en el que no haya nada que despertar. Lao-tse, sin embargo, no dice nada acerca de esto último, pues confía en la presencia de lo que puede ser despertado, en la certeza fundamental del Tao. Y mientras se la alcanza aparecerá la contradicción, la resistencia, el velamiento, el agotamiento, el olvido. Por ello es necesaria la paciencia.

...la paradoja de la unidad de los opuestos. Esta forma de pensar representa en Lao-tse la forma de un lenguaje procedente de un fondo originario que exhorta a la meditación.
Pero el juego que Lao-tse lleva a cabo con las oposiciones puede inducir a error cuando, buscando un saber determinado, no oímos sino paradojas que se desvanecen sin cesar. El juego sólo conserva su poder de convicción cuando despierta el eco del propio fundamento. El entendimiento finito debe, por así decir, ponerse del revés cuando el fundamento abarcante es el no ser, desde el cual el ser es, el no conocer con el que aprehendemos la verdad, el no actuar por el que somos activos.
...El Tao... No se lo infiere a partir de otro ni se lo puede concebir en relación con otro. Como no se refiere a nada, su ser en el fundamento del no ser, puede ser expresado con palabras diciendo que sólo puede ser conocido en virtud de sí mismo; y su actuar en el no actuar es expresable afirmando que se determina a sí mismo.
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Si se descorren los velos que lo ocultan, y se hacen remitir las inversiones a su origen, la voluntad adquiere conformidad con el Tao y el origen queda en libertad. Y en él no se esperará ver la nada, sino "ello mismo".

...la reflexión acerca del origen.

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